La ayuda a España no tiene nada que ver con la que obtuvieron Grecia, Portugal e Irlanda, ni en cantidad ni en condiciones.
¿Rescate o préstamo? España es el cuarto país del euro que pide
auxilio financiero debido a la mala situación de sus cuentas públicas,
pero también es verdad que esta ayuda no tiene nada que ver con la que obtuvieron Grecia, Portugal e Irlanda, ni en cantidad ni en condiciones.
La cantidad, en términos del tamaño de cada economía, es muy
diferente. Tras la decisión del Eurogrupo del sábado, España dispone de
una línea de crédito exclusivamente europea de 100.000 millones (casi el
10% del PIB español) para que el Fondo de Reestructuración Ordenada
Bancaria (Frob), que es un órgano del Estado español, lo utilice para
reflotar al sistema financiero.
Por su parte, Grecia recibirá más de 240.000 millones (el 74% de su
PIB) en dos planes diferentes dotados con dinero europeo y del FMI. El
mismo esquema se aplicó a Irlanda, que consiguió 85.000 millones (48% de
su PIB) para salvar a sus bancos, y Portugal, que obtuvo 78.000
millones (31,5% de su PIB).
En cuanto a las condiciones, en todos los casos se trata de préstamos, pero sus desembolsos están condicionados al cumplimiento de planes de ajustes macroeconómicos. O sea, si no se aprueban determinadas reformas, no se transfiere el dinero. Esto es lo que se denomina "condicionalidad macroeconómica".
Grecia, Portugal e Irlanda están sometidos a ella. España no, puesto
que la condicionalidad está confinada al sistema financiero que será el
receptor final de los fondos.
Estas diferencias quedan de manifiesto en el análisis de los
comunicados del Eurogrupo donde se ha acordado el rescate de cada país.
En el comunicado sobre Grecia del 2 de mayo de 2010, el Eurogrupo decía que la ayuda "se apoya en una
fuerte condicionalidad" (strong conditionality), término que se repetía
en dos ocasiones distintas. Dichos requisitos consistían en "un ambicioso ajuste fiscal y unas amplias reformas estructurales".
El papel asignado al FMI y al BCE era equivalente al del Eurogrupo, en
plano de igualdad. Y se establecía con detalle un Memorándum de
Entendimiento (MoU) a negociar entre las autoridades griegas y Bruselas.
En el comunicado referido a Irlanda el 21 de
noviembre de 2010, también se mencionaba como
condición la negociación de un "fuerte programa político" entre
Bruselas, el FMI y las autoridades irlandesas. Al BCE se le asignaba el
papel de enlace. En este programa se incluía un ajuste fiscal y una
serie de reformas estructurales. Se señalaban objetivos específicos de
déficit (3% en 2014).
El comunicado portugués, del 8 de abril de 2011, era aún más detallado en lo referido al tipo de
medidas que el país debía adoptar si quería obtener el apoyo europeo. Se
mencionaba la "estricta condicionalidad" de un programa de ajuste que
debía negociarse con las autoridades portuguesas sobre tres pilares: ajuste fiscal, reformas y mantenimiento de la liquidez y solvencia financiera. El texto comprometía a los partidos políticos y al gobierno futuro que debía salir de las elecciones.
Frente a estos textos, el comunicado relativo a España es considerablemente más suave.
Los fondos son exclusivamente europeos. El BCE, la Autoridad Bancaria
Europea (EBA, en inglés) y el FMI tienen exclusivamente el papel de
asistentes de la Comisión que es la que debe establecer "la necesaria
política de condicionalidad para el sector financiero que deberá
acompañar a la ayuda". Hay una referencia al cumplimiento de los
objetivos contemplados en el procedimiento de déficit excesivo en el que
España está incursa, pero en el contexto de una expresión de confianza en las reformas fiscales y del mercado de trabajo "ya puestas en marcha"
(already implemented). Ahí figura la única frase que se puede
considerar un punto débil: "Los progresos en estas áreas (se refiere a
desequilibrios macroeconómicos) serán estrecha y regularmente revisados
en paralelo con la asistencia financiera".
Sin embargo, esta oración está modulada por el párrafo siguiente
donde el Eurogrupo declara que "más allá de estos compromisos", la
política de condiciones "deberá concentrarse en reformas específicas del
sector financiero incluyendo planes de restructuración en línea con la
política de ayudas de Estado de la UE y reformas de carácter estructural
horizontal del sector financiero. Al FMI se le invita a participar con informes regulares.
Las "reformas horizontales" tienen que ver con el gobierno corporativo,
la supervisión financiera y la apertura del mercado doméstico a
entidades extranjeras.
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